Miles en París, de Salva Rubio y Sagar: una breve pero hermosa historia de amor que cambió la música moderna
04/12/2019
Qué bonito es cuando, al terminar la lectura de una obra, lo primero que te viene a la cabeza (y al corazón) es una inmensa sensación de agradecimiento. Esto es exactamente lo que nos ha ocurrido con Miles en París, un magnífico álbum donde confluyen el talento de sus autores, el cariño excepcional con el cual cuenta esta historia y, por si fuese poco, el enorme interés de su argumento.
Os situamos: estamos a finales de los años cuarenta, en Nueva York, y allí encontramos a Miles Davis, un joven y prometedor trompetista de jazz conocido por su seriedad y virtuosismo, lleno de sueños e inquietudes que está buscando un sonido nuevo alejado del bebop predominante en aquella época. Su revolucionaria concepción musical no encuentra su lugar ni entre sus coetáneos, ni en los diversos antros procedentes de la «ley seca» donde se toca esta música, ni en un país donde aún queda mucho para superar los prejuicios raciales y que un artista sea respetado sin importar el color de su piel. En ese momento nuestro protagonista, junto con otros muchos músicos, es invitado al Festival Internacional de Jazz de París.
La capital francesa está viviendo en aquellos días una primavera que parece eterna después de los terribles años de la Segunda Guerra Mundial y de la ocupación nazi, un tiempo en el que estaba prohibido todo aquello procedente de los Estados Unidos, como por ejemplo el jazz. El retorno de la libertad trae consigo una explosión vital y cultural en París, algo especialmente notorio en Saint-Germain-des-Prés, el famoso barrio de la Rive Gauche donde sus «cuevas» funcionaban como punto de encuentro de la bohemia parisina.
Posiblemente cuando Miles tomó el avión que lo llevaría a la otra orilla del Atlántico no era consciente de que aquel viaje iba a cambiar su vida para siempre. Porque no sólo encontró una ciudad en la que era admirado y reconocido, o en la que tenía la posibilidad de vivir con dignidad sin ser víctima del racismo imperante en su país de procedencia, en aquel viaje, en aquella intensa semana parisina encontró, además, el amor. Durante los días que pasó allí vivió un arrebatador y apasionado romance con Juliette Gréco, aspirante a cantante y actriz y musa de los existencialistas. Una mujer muy especial llena de magnetismo y con un carácter libertario que no se parecía a nadie que Miles hubiera conocido.
Resulta difícil medirla, pero es innegable la relevancia de esta historia de amor tanto para Miles como para Juliette, incluso sin conocer muchos detalles de ella. El guionista Salva Rubio se atreve a especular sobre cómo pudieron ser esos días, nos sumerge en la intimidad de la pareja en una ficción histórica —con las correspondientes libertades creativas— en la que muestra su condición de romántico y su formación como historiador (algo que apreciamos en su cuidada documentación y que ya era perceptible en otros títulos anteriores como El fotógrafo de Mauthausen o Monet). Nos cuenta esta semana decisiva con un acierto y una delicadeza inmensas, además de una gran preocupación por ser coherente con la representación del Nueva York y del París de la época y de un notable amor por el jazz, algo que comparte con Sagar, su compañero de tándem creativo, que realiza lo que, para nosotros, es su mejor trabajo hasta la fecha.
Si ya nos había gustado su dibujo en obras como Abastos, Intisar en el exilio, El síndrome de Stendhal o Cuentas pendientes pensamos que con las páginas de Miles en París sube un escalón en su carrera. Su trazo, orgánico y visceral, y el cromatismo acertadísimo que emplea consiguen recrear a la perfección la atmósfera crepuscular que rodea todo el relato, además de servir como refuerzo indispensable para lo que nos transmite el texto. La estructura de las páginas, que va cambiando según la escena, llega a niveles altísimos de excelencia en la representación de las actuaciones en directo de Miles, donde se produce un auténtico estallido gráfico en la que incluso podemos sentir la música. Los numerosos «cameos» que desfilan a lo largo del libro, desde otros músicos de jazz (Gil Evans, Charlie Parker, Duke Ellington, Dexter Gordon…) hasta la bohemia parisina (capitaneada por Boris Vian y en la que encontramos nombres tan ilustres como Sartre, Simone de Beauvoir, Giacometti, Camus o Picasso), son retratados con precisión por la mano de Sagar.
Miles en París llega hasta nosotros tan sólo unas semanas después de su pubicación en Francia, con un título distinto (allí apareció como Miles et Juliette) y en una cuidadísima edición que incluye numerosos e interesantes extras en los cuales el guionista habla más detenidamente de los protagonistas y de la época, hasta tiene el detalle de sugerirnos una banda sonora para este álbum con una canción por cada una de las 64 páginas que lo conforman.
Para terminar debemos comentar que, a pesar de lo que parezca por lo anteriormente escrito, no es necesario ser un amante o un conocedor del jazz para disfrutar con esta lectura (en el que es otro de los muchos aciertos de esta obra). Una breve pero hermosa historia de amor protagonizada por uno de nuestros artistas preferidos, uno de los genios más importantes e influyentes de la música moderna, algo que posiblemente el propio Miles tampoco sospechaba cuando hace setenta años aterrizaba en la Ciudad de la Luz.
Así pues, como decíamos al comienzo, sólo nos queda agradecerles a los responsables y a los protagonistas la estupenda experiencia que ha sido vivir este mezcla de imagen, texto, música y amor: Salva, Sagar, Miles y Juliette, graciñas mil, de corazón.
Miles en París
Salva Rubio / Sagar
Norma Editorial
Tomos: 1
 es una inmensa sensación de agradecimiento. Esto es exactamente lo que nos ha ocurrido con Miles en París, un magnífico álbum donde confluyen el talento de sus autores, el cariño excepcional con el cual cuenta esta historia y, por si fuese poco, el enorme interés de su argumento.
Os situamos: estamos a finales de los años cuarenta, en Nueva York, y allí encontramos a Miles Davis, un joven y prometedor trompetista de jazz conocido por su seriedad y virtuosismo, lleno de sueños e inquietudes que está buscando un sonido nuevo alejado del bebop predominante en aquella época. Su revolucionaria concepción musical no encuentra su lugar ni entre sus coetáneos, ni en los diversos antros procedentes de la «ley seca» donde se toca esta música, ni en un país donde aún queda mucho para superar los prejuicios raciales y que un artista sea respetado sin importar el color de su piel. En ese momento nuestro protagonista, junto con otros muchos músicos, es invitado al Festival Internacional de Jazz de París.La capital francesa está viviendo en aquellos días una primavera que parece eterna después de los terribles años de la Segunda Guerra Mundial y de la ocupación nazi, un tiempo en el que estaba prohibido todo aquello procedente de los Estados Unidos, como por ejemplo el jazz. El retorno de la libertad trae consigo una explosión vital y cultural en París, algo especialmente notorio en Saint-Germain-des-Prés, el famoso barrio de la Rive Gauche donde sus «cuevas» funcionaban como punto de encuentro de la bohemia parisina.Posiblemente cuando Miles tomó el avión que lo llevaría a la otra orilla del Atlántico no era consciente de que aquel viaje iba a cambiar su vida para siempre. Porque no sólo encontró una ciudad en la que era admirado y reconocido, o en la que tenía la posibilidad de vivir con dignidad sin ser víctima del racismo imperante en su país de procedencia, en aquel viaje, en aquella intensa semana parisina encontró, además, el amor. Durante los días que pasó allí vivió un arrebatador y apasionado romance con Juliette Gréco, aspirante a cantante y actriz y musa de los existencialistas. Una mujer muy especial llena de magnetismo y con un carácter libertario que no se parecía a nadie que Miles hubiera conocido.Resulta difícil medirla, pero es innegable la relevancia de esta historia de amor tanto para Miles como para Juliette, incluso sin conocer muchos detalles de ella. El guionista Salva Rubio se atreve a especular sobre cómo pudieron ser esos días, nos sumerge en la intimidad de la pareja en una ficción histórica —con las correspondientes libertades creativas— en la que muestra su condición de romántico y su formación como historiador (algo que apreciamos en su cuidada documentación y que ya era perceptible en otros títulos anteriores como El fotógrafo de Mauthausen o Monet). Nos cuenta esta semana decisiva con un acierto y una delicadeza inmensas, además de una gran preocupación por ser coherente con la representación del Nueva York y del París de la época y de un notable amor por el jazz, algo que comparte con Sagar, su compañero de tándem creativo, que realiza lo que, para nosotros, es su mejor trabajo hasta la fecha.Si ya nos había gustado su dibujo en obras como Abastos, Intisar en el exilio, El síndrome de Stendhal o Cuentas pendientes pensamos que con las páginas de Miles en París sube un escalón en su carrera. Su trazo, orgánico y visceral, y el cromatismo acertadísimo que emplea consiguen recrear a la perfección la atmósfera crepuscular que rodea todo el relato, además de servir como refuerzo indispensable para lo que nos transmite el texto. La estructura de las páginas, que va cambiando según la escena, llega a niveles altísimos de excelencia en la representación de las actuaciones en directo de Miles, donde se produce un auténtico estallido gráfico en la que incluso podemos sentir la música. Los numerosos «cameos» que desfilan a lo largo del libro, desde otros músicos de jazz (Gil Evans, Charlie Parker, Duke Ellington, Dexter Gordon…) hasta la bohemia parisina (capitaneada por Boris Vian y en la que encontramos nombres tan ilustres como Sartre, Simone de Beauvoir, Giacometti, Camus o Picasso), son retratados con precisión por la mano de Sagar.Miles en París llega hasta nosotros tan sólo unas semanas después de su pubicación en Francia, con un título distinto (allí apareció como Miles et Juliette) y en una cuidadísima edición que incluye numerosos e interesantes extras en los cuales el guionista habla más detenidamente de los protagonistas y de la época, hasta tiene el detalle de sugerirnos una banda sonora para este álbum con una canción por cada una de las 64 páginas que lo conforman.Para terminar debemos comentar que, a pesar de lo que parezca por lo anteriormente escrito, no es necesario ser un amante o un conocedor del jazz para disfrutar con esta lectura (en el que es otro de los muchos aciertos de esta obra). Una breve pero hermosa historia de amor protagonizada por uno de nuestros artistas preferidos, uno de los genios más importantes e influyentes de la música moderna, algo que posiblemente el propio Miles tampoco sospechaba cuando hace setenta años aterrizaba en la Ciudad de la Luz. Así pues, como decíamos al comienzo, sólo nos queda agradecerles a los responsables y a los protagonistas la estupenda experiencia que ha sido vivir este mezcla de imagen, texto, música y amor: Salva, Sagar, Miles y Juliette, graciñas mil, de corazón.Miles en ParísSalva Rubio / SagarNorma EditorialTomos: 1 "Compartir en Facebook")
