Los equinoccios, de Cyril Pedrosa: magistral y hermoso catálogo de sentimientos humanos

Komic Librería: Los equinoccios


Regresa a Komic Librería un autor con una trayectoria artística cada vez más y más interesante, un hombre que ya nos había fascinado con Tres sombras y Portugal. Se atreve ahora con una obra coral de más de trescientas páginas, de una hermosura gráfica impresionante, en las que desarrolla los sentimientos más íntimos y las relaciones humanas de los personajes. Un libro excelente y conmovedor, de los que tocan realmente por dentro a sus lectores y que es, sin duda, una de las lecturas obligadas de este 2015.

Komic Librería: Los equinoccios

De vez en cuando llegan a nuestras manos obras de las que resulta muy difícil hablar por la cantidad de sentimientos e ideas que despiertan en nosotros tras su lectura. Y la nueva obra de Cyril Pedrosa, Los equinoccios, es una de ellas. Secuencias mudas, textos narrativos e historieta comparten espacio en este embrollo de viajes interiores, de pedacitos vitales. Por sus páginas caminan con parsimonia numerosos personajes, cada uno con sus respectivas derivas, frustraciones, búsquedas y sueños que en el fondo no dejan de ser él mismo: saber cuál es nuestro lugar en el mundo.

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Esta múltiple espiral intimista llena de existencialismo se estructura a través de cuatro grandes capítulos, uno por cada estación del año, en los cuales seguimos las vidas de dos de sus protagonistas: Vincent, un escéptico y cínico ortodoncista de mediana edad, separado y con una hija adolescente, y Louis, un ex-militante comunista que vive su retiro rodeado de libros y desencantado de la política. Se une a ellos un variado elenco con el cual guardan, bien Vincent, bien Louis, algún tipo de relación directa o indirecta y que conocemos un poco más a través de los disparos de la cámara de Camille, una chica de treinta años que no sabe qué camino seguir y que completa el trío principal de Los equinoccios. Las fotografías de esta mujer, inspirada en la figura de Vivian Maier, impulsan una serie de textos narrativos en los que un narrador omnisciente habla de los sentimientos más íntimos de estas personas, muchas veces anónimas.

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Así mismo cada una de las estaciones viene introducida por unas cuantas páginas de secuencias mudas en las que vemos escenas de la vida de un niño neolítico que tendrán, a pesar de no parecerlo a primera vista, una importante trascendencia en el conjunto del libro. En contrapunto a estos prólogos prehistóricos tenemos cuatro epílogos en los que la fotógrafa monologa consigo misma y que constituyen otra de las grandes líneas narrativas de la obra.

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Todas estas vidas solitarias y grises se cruzan y descruzan de otoño a verano, en búsquedas de las que somos testigos privilegiados, y que tienen como telón de fondo común la construcción de un aeropuerto a la que se oponen parte de los vecinos y agrupaciones ecologistas, un proyecto del que también depende el futuro y la viabilidad económica de algunas empresas de la zona y que demuestra que todo, de alguna u otra manera, de lo que ocurre a nuestro alrededor termina por tener influencia en nuestras vidas. Y da igual si somos dentistas o sacerdotes, ministras o estudiantes, conductores de excavadora o personas sin techo, niñas o surferos: todas y todos podemos vivir los sentimientos de soledad e incomprensión que apreciamos en los personajes, por lo que resulta imposible no verse tocado en el corazón por sus luchas, errores y aciertos. Ni por la luz que transmiten sus páginas.

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Pues aquí encontramos otra de las virtudes de Los equinoccios, en la expresividad e importancia que en los diferentes relatos tienen el dibujo y el color. A su apabullante belleza estética se unen detalles como que cada estación posea su cromatismo particular, del frío del invierno a la increíble explosión de colores de la primavera, o la inmensa variedad de estilos y técnicas que emplea el autor y que vuelven a mostrar su carácter de superdotado como ilustrador, incluso cuando se adentra en territorios experimentales.

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Su embriagadora hermosura gráfica y el trabajado entramado narrativo tienen como resultado un álbum muy redondo que confirma a Pedrosa como un gran autor, un artista que deja atrás las dudad y el bloqueo creativo que asolaba al protagonista, claramente autobiográfico, de su exitosa obra anterior, Portugal, y que tras unos comienzos en los que sólo se dedicaba al dibujo se ha revelado en la última década como un interesantísimo narrador, con una libertad creativa que le permite recrearse en la obra de Virginia Woolf o escuchar a The Smiths mientras habla de política, religión, ecología (con una aparición sorprendente de las consecuencias del vertido del Prestige) o existencialismo y construye una auténtica obra de arte como son estos equinoccios que estamos encantados de compartir con vosotros.


Komic Librería: Los equinoccios

Los equinoccios
Cyril Pedrosa

Norma
Tomos: 1