O NAVEGANTE: La NASA bajo la mirada del grumete Tristán Ron.


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La historia completa de un espacio tan transcendente para nuestra ciudad como fue la Sala Nasa bajo la mirada de un niño que prácticamente nace y crece en esta realidad es, a priori, una materia prima de indudable valor para aventurarse en la realización de una novela gráfica con altas expectativas.

Es también un compromiso grande porque es una historia de más de dos décadas e irremediablemente va unida a la larga trayectoria de sus promotores y gestores, los miembros del grupo Chévere. Tras unos años de actividad teatral estas actrices y actores, deciden convertir un taller mecánico situado en el barrio de San Lorenzo, en un espacio de servicios artísticos. A comienzo de los años noventa, cuando aún coleaban los aires de libertad de la transición y la creatividad de los vertiginosos ochenta, los compostelanos tuvimos ocasión de vivir innumerables veladas de teatro de vanguardia, conciertos de todos los palos y otras muchas experiencias inolvidables gracias al atrevimiento de estos emprendedores, a los que mejor tendríamos que llamar irreverentes agitadores culturales.

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Ese niño que hoy os presentamos, Tristán Ron, es ahora un joven que se aventura en este su primer cómic con la valentía y atrevimiento propios de su edad y con las herramientas necesarias que otorga la formación en una prestigiosa facultad de Bellas Artes como es la de Valencia, donde finalizó sus estudios.

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Apoyándose precisamente en esas herramientas, comienza Tristán a trabajar una estructura muy bien enfocada donde las imágenes de los recuerdos del niño que fue se van mezclando con los pensamientos del joven que es ahora mientras pasea y se recrea en los espacios de la Nasa a los que vuelve en el tiempo presente. Hermosas páginas muy bien construidas de imágenes evocadoras, por momentos oníricas, se alternan con otras casi hiperrealistas en las que la utilización de perspectivas o encuadres cinematográficos arriesgados crean un atractivo añadido tanto para los que recorrimos esos espacios muchas veces, como para los que non los conocieron nunca a la vez que van aportando credibilidad y realismo.

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La obra se completa con la aportación documental donde a través de los diálogos de Xesús, Patricia, Miguel y Manolo, vamos conociendo las diversas épocas, cambios en las actividades y en los equipos, algunos personajes asiduos ciertamente curiosos u otros que fueron personal de la sala. Tampoco falta el duro momento del cierre en el que el autor, en aquel momento aún niño pero a la fuerza con la visión adulta, no elude la crítica a las facciones más conservadoras de la ciudad a las que tanto molestaban las diferentes formas de expresión artística que se daban en la Nasa.

altToda la obra está realizada en un riguroso blanco y negro que nos permite disfrutar del estilo gráfico de Tristán, muy influido por los grandes nombres del cómic europeo. Vemos retazos de Moebius o de autores más actuales como Peteers. En el entintado, elaborado con enorme maestría, vemos la influencia de Hugo Prat o Bernet. Estos nombres son lo más honorable del universo del cómic europeo, estar influenciado por ellos es lo mejor que le puede pasar al autor novel y augura un futuro prometedor. Estamos seguros de que Tristán sabrá llevar toda esta escuela clásica hacia su lenguaje personal para convertirse en un autor sólido y constante. Historias que contar no le faltarán y nosotros ya quedamos con muchas ganas de saber lo que nos contará en su siguiente cómic.