Nieve en los bolsillos, de Kim: documentando la eterna realidad de la emigración
25/06/2018
Joaquín Auber Puig-Arnau «Kim» (1941) es uno de los más veteranos autores españoles en activo y su obra a lo largo de los últimos cuarenta años es fundamental para entender la evolución del medio en nuestro país. Es además uno de los fundadores de la revista El Jueves y creador de Martínez el Facha, personaje que ha permanecido en el semanario de humor durante décadas. En 2009 su carrera tomó una nueva dirección al dibujar El arte de volar, una novela gráfica tan diferente como necesaria en el panorama nacional, en la que se narra la vida del padre del guionista Antonio Altarriba y que nosotros nos atrevimos a calificar como el mejor cómic español, al menos en este género, de todos los tiempos. Un título que en los siguientes meses consiguió el Premio Nacional de Cómic y el mayor de los reconocimientos tanto del público como de la crítica especializada.
En 2016 el tándem creativo repitió con El ala rota en la que se aborda la vida de la madre de Altarriba, una obra independiente que logra mejorar incluso algunos aspectos narrativos pero sin la universalidad generacional que le otorgamos a su predecesora. Siguiendo la estela de sus últimos trabajos Kim rescata ahora de su memoria un año de su juventud, 1963, en el que dando rienda suelta al ímpetu propio de la edad planta la carrera de Bellas Artes y se lanza a una aventura de emigración que lo llevará a Alemania.
Nieve en los bolsillos transmite cierto aire de aventura y optimismo, la memoria es siempre engañosa y suele descartar lo menos agradable. Veremos cómo Kim cruza Francia en auto-stop y, tras la toma de contacto con otros emigrantes en un primer albergue de Frankfurt, continúa su viaje hacia el norte. Una vez en Colonia se instala provisionalmente en otro albergue y unos días después es conducido a un enorme caserón que será su residencia definitiva, y la de docenas de emigrantes, casi todos españoles. Desde el primer momento es muy bien acogido por Hubert, el jefe de este Heinsttat, una especie de albergue estatal adaptado para este fin, una persona afable y servicial, que había perdido una pierna en el frente ruso siendo capitán del ejército alemán y que a partir de este momento servirá de apoyo y le facilitará las cosas a nuestro protagonista.
Más allá de relatar una sucesión de anécdotas y situaciones personales la pretensión de la obra es mayor y a lo largo de estas 200 páginas se nos ofrece la posibilidad de reconocer una parte de la sociedad española de la época a través de un buen número de personajes reales que le irán contando cómo y porqué han ido a parar allí. No son los que con Kim establecen una relación de amistad más íntima y cotidiana los que mejor sirven a este fin, sino aquellos con los que, por distintos motivos, tiene una relación más ocasional. El hecho de que haya elegido a éstos se justifica por lo impactantes y reveladoras que llegan a ser sus historias. Trágicas, rocambolescas o incluso demasiado increíbles para no ser ciertas, van construyendo un mosaico que acaba por darnos una imagen de lo que obligaba a cientos de miles de personas a buscar un bienestar y un futuro a partir de un trabajo y de un salario dignos que en España seguían siendo inalcanzables en los primeros años de la década de los sesenta.
Sabemos que no todos los que se vieron obligados a emprender este destino tuvieron la misma suerte, sobre todo aquellos que salieron de nuestro país de manera clandestina y se toparon con mafias de intermediarios y explotadores que a su costa se enriquecieron. No ha querido el autor que esta parte de la historia cayese en el olvido y acertadamente a ella se hace referencia, así como a otros detalles de la vida laboral que dejan constancia de las duras condiciones y del sacrificio de los años de juventud que, tanto hombres como mujeres, asumían con coraje y resignación. Estos intermediarios, españoles que se hacía pasar por abogados, ofrecían sus servicios a los que habían salido de España de forma clandestina o, como en el caso de Kim, habían entrado en Alemania como turistas, modificando sus pasaportes para poder trabajar de forma legal. Los que no accedían a esta falsificación no podían entrar en fábricas o empresas legales y se veían obligados a aceptar trabajos más eventuales negociados «de palabra» por contratistas que eran también emigrantes, como arreglar carreteras o retirar nieve de las calles después de una intensa nevada.
Esta obra, que satisfará plenamente al lector más exigente tanto en el contenido como en la forma, deja claro que Kim ha sabido dar otra vuelta de tuerca a su larguísima carrera y que en su faceta de guionista no es menos virtuoso que como dibujante.
Un título, pues, igual de necesario que El arte de volar para documentar una época pasada y una realidad tan presente como eterna: la emigración.
Nieve en los bolsillos
Kim
Norma
Tomos: 1
 es uno de los más veteranos autores españoles en activo y su obra a lo largo de los últimos cuarenta años es fundamental para entender la evolución del medio en nuestro país. Es además uno de los fundadores de la revista El Jueves y creador de Martínez el Facha, personaje que ha permanecido en el semanario de humor durante décadas. En 2009 su carrera tomó una nueva dirección al dibujar El arte de volar, una novela gráfica tan diferente como necesaria en el panorama nacional, en la que se narra la vida del padre del guionista Antonio Altarriba y que nosotros nos atrevimos a calificar como el mejor cómic español, al menos en este género, de todos los tiempos. Un título que en los siguientes meses consiguió el Premio Nacional de Cómic y el mayor de los reconocimientos tanto del público como de la crítica especializada.
En 2016 el tándem creativo repitió con El ala rota en la que se aborda la vida de la madre de Altarriba, una obra independiente que logra mejorar incluso algunos aspectos narrativos pero sin la universalidad generacional que le otorgamos a su predecesora. Siguiendo la estela de sus últimos trabajos Kim rescata ahora de su memoria un año de su juventud, 1963, en el que dando rienda suelta al ímpetu propio de la edad planta la carrera de Bellas Artes y se lanza a una aventura de emigración que lo llevará a Alemania.Nieve en los bolsillos transmite cierto aire de aventura y optimismo, la memoria es siempre engañosa y suele descartar lo menos agradable. Veremos cómo Kim cruza Francia en auto-stop y, tras la toma de contacto con otros emigrantes en un primer albergue de Frankfurt, continúa su viaje hacia el norte. Una vez en Colonia se instala provisionalmente en otro albergue y unos días después es conducido a un enorme caserón que será su residencia definitiva, y la de docenas de emigrantes, casi todos españoles. Desde el primer momento es muy bien acogido por Hubert, el jefe de este Heinsttat, una especie de albergue estatal adaptado para este fin, una persona afable y servicial, que había perdido una pierna en el frente ruso siendo capitán del ejército alemán y que a partir de este momento servirá de apoyo y le facilitará las cosas a nuestro protagonista.Más allá de relatar una sucesión de anécdotas y situaciones personales la pretensión de la obra es mayor y a lo largo de estas 200 páginas se nos ofrece la posibilidad de reconocer una parte de la sociedad española de la época a través de un buen número de personajes reales que le irán contando cómo y porqué han ido a parar allí. No son los que con Kim establecen una relación de amistad más íntima y cotidiana los que mejor sirven a este fin, sino aquellos con los que, por distintos motivos, tiene una relación más ocasional. El hecho de que haya elegido a éstos se justifica por lo impactantes y reveladoras que llegan a ser sus historias. Trágicas, rocambolescas o incluso demasiado increíbles para no ser ciertas, van construyendo un mosaico que acaba por darnos una imagen de lo que obligaba a cientos de miles de personas a buscar un bienestar y un futuro a partir de un trabajo y de un salario dignos que en España seguían siendo inalcanzables en los primeros años de la década de los sesenta.Sabemos que no todos los que se vieron obligados a emprender este destino tuvieron la misma suerte, sobre todo aquellos que salieron de nuestro país de manera clandestina y se toparon con mafias de intermediarios y explotadores que a su costa se enriquecieron. No ha querido el autor que esta parte de la historia cayese en el olvido y acertadamente a ella se hace referencia, así como a otros detalles de la vida laboral que dejan constancia de las duras condiciones y del sacrificio de los años de juventud que, tanto hombres como mujeres, asumían con coraje y resignación. Estos intermediarios, españoles que se hacía pasar por abogados, ofrecían sus servicios a los que habían salido de España de forma clandestina o, como en el caso de Kim, habían entrado en Alemania como turistas, modificando sus pasaportes para poder trabajar de forma legal. Los que no accedían a esta falsificación no podían entrar en fábricas o empresas legales y se veían obligados a aceptar trabajos más eventuales negociados «de palabra» por contratistas que eran también emigrantes, como arreglar carreteras o retirar nieve de las calles después de una intensa nevada.Esta obra, que satisfará plenamente al lector más exigente tanto en el contenido como en la forma, deja claro que Kim ha sabido dar otra vuelta de tuerca a su larguísima carrera y que en su faceta de guionista no es menos virtuoso que como dibujante.Un título, pues, igual de necesario que El arte de volar para documentar una época pasada y una realidad tan presente como eterna: la emigración.Nieve en los bolsillosKimNormaTomos: 1 "Compartir en Facebook")
