BAJO LOS GUIJARROS, LA PLAYA, de Pascal Rabaté (Planeta): el descubrimiento de la libertad y del amor.
Llega septiembre y con él el fin de ese paréntesis de las rutinas cotidianas que son las vacaciones. Las acomodadas familias que veranean en una pequeña villa costera bretona abandonan poco a poco su retiro estival dejando vacías sus hermosas casas a pie de playa. Tan sólo Albert, Edouard y Francis, tres chicos de dieciocho años a punto de empezar sus estudios universitarios, se quedan unos días más, sin la vigilancia de sus padres, mientras se preparan para caminar hacia los prestigiosos futuros que auguran sus tradiciones familiares y posiciones sociales.
Estamos en 1962, unos pocos meses después del final de la cruenta guerra entre Francia y Argelia, y estos inexpertos mozalbetes no pueden sospechar que esas dos semanas de libertad antes de entrar, oficialmente, en la edad adulta van a estar llenas de sorpresas y descubrimientos tras cruzar sus pasos con los de Odette, una misteriosa y atractiva mujer de distinta clase social.
Con estos mimbres iniciales construye Pascal Rabaté un intenso relato en el que mezcla, de manera precisa y elegante, diversos géneros y temas. Del proceso iniciático del paso de la juventud a la madure pasamos al thriller policíaco o la crítica social y política que conlleva la lucha de clases, sin olvidar una emotiva y gran historia de amor. El autor francés, siempre interesante, siempre sorprendente, moldea sabiamente los personajes, tanto física como psicológicamente, y dosifica con maestría el ritmo narrativo y los numerosos giros y vueltas del guión, atrapando a los lectores como sólo un grandísimo contador de historias sabe hacer y nos lleva a reflexionar sobre la inmutabilidad o no del destino, las relaciones entre padres e hijos y las expectativas que los primeros depositan en los segundos o la moralidad de la revolución contra un sistema injusto pero aceptado por (casi) todo el mundo.
Desde el propio título encontramos una declaración de intenciones, una cierta paráfrasis primaria –los guijarros son menos refinados que los adoquines- de ese lema tan ligado al mitificado pero escasamente productivo Mayo del 68, como si los acontecimientos que vamos a presenciar en las páginas de este libro fuesen una precuela de lo que iba a ocurrir en París unos años después, pero con mayor determinación, y donde Rabaté vuelve a mostrar su personal y comprometida visión de la justicia y de la sociedad a través, sobre todo, del despertar de la conciencia social de uno de los protagonistas. Despertar, por cierto, que va unido inevitablemente al descubrimiento del amor, de la sexualidad y del autoconocimiento, momentos que tan bien transmite un estilo gráfico fino, versátil y ajustadísimo a lo que nos quiere contar.
Bajo los guijarros, la playa se convierte, pues, en uno de los mejores álbumes recibidos por nosotros durante este 2023, una lectura que, en estos tiempos anestesiados donde triunfa el individualismo mal entendido, consideramos muy necesaria y en la cual el responsable de títulos tan notables y variados como Un gusano en la fruta, ¡Vivan las vacas!, Río abajo o Revienta, cerdo exprime al máximos sus virtudes y talentos dejando bien claro, una vez más, el porqué es uno de nuestros autores preferidos.